DEL NÚCLEO DEL TODO AL ESPIRAL COMO FORMA EVOLUTIVA

La esfera como el inicio y núcleo del todo, considerada como el   ̈cuerpo perfecto ̈, con un simétrico equilibrio hacia un centro en común, tal como en una célula, una gota de agua. El agua en su esencia es esférica, ella siempre busca su forma original y así reproduce la forma del cosmos; pero si interviene, entonces, una fuerza tal como la gravedad que la obliga a seguir su camino rectilíneo aparece como resultante una torsión en espiral.

Lo inmóvil nace del movimiento, un movimiento encarnado en lo orgánico, que cuando se hace visible es muestra de un mismo principio formador, que se expresa a través de la arquitectura del organismo, la voluntad de crecimiento y su función. La materia orgánica tiene un compromiso en su estructura con el movimiento-tipo del flujo, que se encuentra en todo el mundo, en muchas formas y en cada escala de la existencia, en conchas marinas, en cornamentas de mamíferos, en la arquitectura del cuerpo humano. Los troncos y las ramas de un árbol, por ejemplo, a medida que van creciendo desde un eje central hacia la luz del sol, constituyen su materia en el recorrido de este crecimiento ascendente helicoidal, dando forma a uno de los patrones favoritos de la naturaleza. Por lo tanto, esta obra es un monumento al flujo, para recordar la belleza del origen del que somos parte, una hermosa familia de extensas curvas que alimenta la imagen de lo divino.

Así se completa el círculo... estética y dinámica; transformación, alteración y movimiento.

Técnica: torno, modelado y tallado

Material: Cerámica gres

Siguiente
Siguiente

Figura Humana